Los peajes… el karma 28/05/2025
Editorial.
Desde que en Colombia se inició la era de las concesiones viales, la infraestructura vial reafirmó su vocación de monopolio natural, que se entiende como aquella actividad, prestación o servicio que se genera en un entorno de ausencia de competencia.

El capital financiero lo sabe y por eso ocho grandes grupos familiares manejan hoy los peajes de más de 50 vías de Colombia. Entre otros nombres figuran:

Sarmiento Angulo, los Correa, Mario Huertas, los Solarte, los Aristizábal, los Pacheco y los Amín, entre los más beneficiados. Los peajes han demostrado ser una carga económica excesiva, encareciendo el transporte, afectando la competitividad y elevando el costo de bienes y servicios, lo que limita el crecimiento en regiones menos desarrolladas.

Sin duda y sin charlatanería, la infraestructura vial está íntimamente ligada a la producción, la comercialización, el consumo nacional y la calidad de vida de las personas. El modelo de concesión es más que un tipo de contrato: es un modelo de financiación neoliberal. Ha privatizado un bien público, enriquecido monopolios privados (nacionales o extranjeros), encarecido la canasta familiar y el tránsito mediante peajes y pasajes costosos, sin repercutir en una infraestructura óptima o de excelente calidad.

Sin duda alguna, es un negocio con riesgo cero para los privados. El contrato de concesión no traslada los riesgos financieros al concesionario, sino que se los endilga al Estado. En un análisis muy profundo, Andrés Trigos lo explicó con claridad: La mecánica financiera del negocio (de infraestructura) indica con facilidad que los créditos, la construcción y el mantenimiento de los proyectos se harán con cargo total al recaudo de peajes y al presupuesto público, y que, debido a la matriz de exención de riesgo, la inversión real del capital privado es muy exigua, por no decir nula.

Colombia cuenta hoy con la exagerada cifra de 181 casetas de peaje. De estas, 6 están bajo la responsabilidad directa de la Agencia Nacional de Infraestructura (ANI), 148 en manos de concesionarios privados y 27 del Instituto Nacional de Vías (Invías). Por departamentos, el que más casetas tiene es Cundinamarca con 30, seguido por Antioquia con 19, Valle del Cauca con 13 y Santander con 12.

Cada vez es más difícil recorrer nuestro país sin caer presos de este costoso y extorsivo cobro. Pasar y pagar el peaje de Mondoñedo o el de La Tebaida, en Cundinamarca, le cuesta a una persona el 37 por ciento de un salario mínimo diario vigente. Si una persona hace tres viajes al día y pasa por el mismo peaje, gran parte de su salario queda para el bolsillo de la concesión.

Definitivamente los peajes son un karma insertado en las carreteras de Colombia. Por ahora no se vislumbra una solución definitiva a la extirpación de este virus que tiene en peligro de muerte los bolsillos de los cundinamarqueses y de todos los colombianos.