Noticias del entorno nacional 18/12/2025
Noticias nacionales.
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Jóvenes a las urnas

El 19 de octubre próximo se realizan en Colombia las elecciones de los Consejos Municipales y Locales de Juventud 2025. Más de 45.000 jóvenes se inscribieron como candidatos en 9.000 listas para participar en la contienda electoral.

Las elecciones de Consejos Municipales de Juventudes (CMJ) es un proceso democrático en el que jóvenes entre 14 y 28 años de edad votan por sus representantes para conformar estos consejos, que son espacios de participación y representación juvenil, encargados de diseñar e impulsar políticas públicas de juventud a nivel municipal.

En estas elecciones, que se celebrarán el domingo 19 de octubre en todo el territorio nacional, los jóvenes pueden votar y ser elegidos como miembros de los consejos, tanto en listas independientes como de partidos políticos o movimientos con personería jurídica, así como de procesos y prácticas organizativas de jóvenes.

De acuerdo con el listado de candidatos consolidado por el Consejo Nacional Electoral (CNE), más de 45.000 jóvenes se postularon como aspirantes en 9.000 listas inscritas en todo el país. De los candidatos inscritos, 21.210 fueron postulados por partidos políticos y 13.582 por grupos independientes, lo que representa el 30 % de los jóvenes inscritos.

Este último dato es significativo porque muestra un aumento del 10 % en la inscripción de listas independientes respecto al proceso electoral del año 2021, cuando se eligieron por primera vez los Consejos Municipales de Juventud para un periodo de cuatro años en cumplimiento de la Ley 1885 de 2018.

El número de listas inscritas muestra un incremento del 9 % frente a las elecciones de 2021, mientras que el número de candidatos aumentó en un 15 %, lo cual marca un nuevo récord en este mecanismo de participación juvenil.

¿Qué son los Consejos Municipales de Juventudes?

Son instituciones permanentes con personería jurídica, creados para garantizar la participación activa de los jóvenes en la vida pública y en la toma de decisiones que los afectan. Son espacios donde los jóvenes pueden expresar sus opiniones, necesidades e intereses, y donde se diseñan y ejecutan políticas públicas dirigidas a este grupo poblacional.

¿Por qué son importantes estas elecciones?

Permiten a los jóvenes:

  • Participar activamente en la vida política y social de sus municipios: los consejos son un espacio para que los jóvenes se involucren en la toma de decisiones y en la definición de las políticas que los afectan.
  • Incidir en la construcción de políticas públicas de juventud: los consejos tienen la tarea de diseñar e impulsar políticas públicas en áreas como educación, empleo, cultura, salud, entre otras, que beneficien a los jóvenes.
  • Fortalecer la democracia participativa: estas elecciones promueven la participación ciudadana y la construcción de una democracia más incluyente y representativa.

¿Quiénes pueden participar?

Los jóvenes entre 14 y 28 años, tanto como electores como candidatos.

¿Cómo se realizan las elecciones?

La Registraduría Nacional del Estado Civil organiza y realiza las elecciones. Los jóvenes eligen a sus representantes mediante el voto, y los resultados se distribuyen entre las diferentes listas participantes utilizando el sistema de cifra repartidora.

En resumen, las elecciones de Consejos Municipales de Juventudes son un mecanismo importante para fortalecer la participación juvenil, promover la inclusión y garantizar que los jóvenes tengan voz en las decisiones que afectan sus vidas y su futuro. Para poder votar es obligatorio presentar el documento de identidad original.

Los gobiernos municipales y locales, encargados de garantizar la logística necesaria para el normal desarrollo de la jornada electoral del 19 de octubre, han hecho un llamado a la participación activa de la juventud dada la importancia de estas elecciones para fortalecer la democracia, ejerciendo el derecho al voto con responsabilidad y transparencia.

Romper la cadena del maltrato es proteger la vida y el derecho a vivir en alegría

Por: Íngrid Beltrán Santos
Directora de la Fundación IBEMI

El bienestar infantil no puede seguir siendo una responsabilidad limitada a las autoridades, es una causa colectiva. El caso de Valeria Afanador Cárdenas nos debe impulsar a la exigencia de políticas públicas reales y efectivas para la niñez.

La violencia contra los niños en Colombia es una herida que desgarra el corazón de nuestra sociedad. Cada golpe, cada palabra que humilla y cada indiferencia dejan marcas profundas que arrebatan la esperanza. La infancia debe ser un espacio de amor, confianza y seguridad; jamás de miedo. Callar frente al maltrato es normalizarlo, perpetuarlo y abrir la puerta a que las víctimas de hoy repitan mañana el ciclo de violencias.

La reciente tragedia que conmocionó al municipio de Cajicá con la desaparición y fallecimiento de la menor Valeria Afanador Cárdenas nos enfrenta a una realidad dolorosa: nuestros niños no siempre están seguros. Esta situación refleja que, más allá de los hogares, también existen riesgos ocultos en los entornos comunitarios y escolares que deben ser atendidos de manera urgente. No podemos seguir reaccionando solo después de la tragedia.

El maltrato infantil no siempre es visible. Se manifiesta también en el abandono emocional, en la falta de acompañamiento, en la indiferencia de quienes callan ante señales de alerta. Muchas veces el peligro no proviene únicamente de extraños, sino de entornos que deberían brindar cuidado, pero que terminan exponiendo a los niños a situaciones de vulnerabilidad.

Como sociedad, nos corresponde aprender a identificar las señales tempranas, denunciar y, sobre todo, prevenir. El bienestar infantil no puede seguir siendo una responsabilidad limitada a las autoridades; es una causa colectiva. Padres, vecinos, docentes y líderes comunitarios deben asumir un rol activo para construir entornos protectores y seguros.

Desde la Fundación IBEMI insistimos en que la protección de la infancia debe convertirse en prioridad nacional y local. Requerimos más programas de prevención, psicoeducación en colegios, acompañamiento psico-legal a las familias y campañas de sensibilización que lleguen de manera efectiva a la comunidad. Solo así lograremos romper el ciclo de silencio y violencia que daña a nuestros niños y compromete el futuro de todos. La memoria de la niña Valeria Afanador debe servirnos como un llamado urgente: no podemos permitir que el dolor de una familia y de la comunidad de un municipio quede reducido a un titular más.

Que éste hecho nos impulse a la acción, a la vigilancia comunitaria y a la exigencia de políticas públicas reales y efectivas para la niñez. Proteger a los niños no es un favor ni un acto opcional. Es la más alta responsabilidad ética y social que tenemos. Defender la infancia es defender la vida misma.