La guerra en Ucrania: Más allá de la bipolaridad ¿hacia la tercera guerra mundial? 28/04/2022
El recrudecimiento en la región del Dombás en el este de Ucrania ha sido el detonante, así como la pretensión de Zelensky de unir Ucrania a la OTAN.

La escalada desembocó en un conflicto armado entre las fuerzas independentistas de las autoproclamadas Repúblicas Populares de Donetsk (RPD) y Lugansk (RPL) y el gobierno de Ucrania. Ya había antecedentes con la anexión de Crimea y el conflicto en Osetia del Sur. Más allá de casarse con una u otra postura, hay que señalar el expansionismo norteamericano con la OTAN, por un lado, y el “zarista” imperial de Putin, por la otra.

El conflicto lleva a una guerra de hermanos eslavos, con una violación flagrante del D.I.H. El ataque a población civil no combatiente, así como a objetivos civiles por parte del Ejército ruso pone en entredicho la respetabilidad del Derecho Internacional, que ha quedado hecho trizas en este conflicto. El grave riesgo de atacar centrales nucleares es otro motivo de preocupación. Ya Einstein predijo que la cuarta guerra mundial sería con palos y piedras, si es que queda algún atisbo de naturaleza viviente. Se tiene un potencial nuclear por parte de las potencias para destruir a la tierra numerosas veces. El recuerdo de Hiroshima y Nagasaki, en la impunidad, está vivo.

Los miles de muertos a la fecha y los millones de refugiados son un ejemplo de las desgracias que trae la guerra. 75 años después de terminada la II Guerra Mundial nuevamente el conflicto internacional se coloca en el ojo del huracán.

Claro que ha habido otras guerras, como la de la Exyugoslavia, Irak, Siria, etc. Pero también es claro que el ser humano parece condenado a vivir en el conflicto permanente, por fines innobles como la expansión territorial y el manejo de los recursos naturales, así como el control poblacional.

El impacto no ha hecho esperarse y la inflación de los alimentos de primera necesidad, así como los agroinsumos, el gas, el petróleo y otros comodities se dispararon, incidiendo en la economía en especial de los más vulnerables. No hay un problema ideológico, pues tanto las potencias de la OTAN como Rusia son capitalistas. El interrogante se suscita con China, que no ha condenado la invasión (negada por el Kremlin) y juega a varias cartas con grandes simulaciones e intereses (no olvidemos la presencia de numerosas multinacionales norteamericanas en su territorio que aportan por lo menos un 20% a su PIB).

Putin venía planeando la invasión. Se ha descubierto su apoyo a Trump para ganar las elecciones y luego la reforma constitucional para crear el monismo jurídico, en el cual desconoce las decisiones de las instancias internacionales, tales como la Corte Internacional de Justicia, el Tribunal Europeo de Derechos Humanos y la CPI. Con las manos desatadas es capaz de hacer lo que está haciendo.

Como ha dicho Arno Gruen: “Todavía hoy se considera que la violencia es expresión de fortaleza y heroicidad civil. Pero tras ella se esconde el miedo y la debilidad de los hombres que nunca pudieron ser ellos mismos, y que confunden matar con estar vivos. Si existe la “heroicidad”, hay que buscarla en los hombres que en las guerras han tenido el coraje de aceptar sus sentimientos y resistir la presión de una matanza absurda. Los estudios demuestran que en las guerras ha habido hombres así.

No solo son una esperanza para la paz, sino que refutan la afirmación de que el hombre, por naturaleza, es un ser impulsado por una agresividad maligna”, en términos hobbesianos.

Es necesario un replanteamiento de las Organizaciones Internacionales, democratizando el Consejo de Seguridad de la ONU, pues no es posible que exista un voto preferente para cinco potencias y su poder de veto que paraliza la acción internacional frente a los graves crímenes que se cometan.

La crisis de hidrocarburos ha llevado a actuaciones increíbles hace unas semanas, como la petición de Biden a Maduro para que le suministre más petróleo, así como la invitación al Presidente Duque a Washington para hacer a Colombia aliado de la OTAN, después de que lo había ignorado a raíz del apoyo de Duque a Trump en las elecciones norteamericanas.

No sabemos qué vendrá, pero el desgaste es inmenso y la autocracia del poder en Rusia con la falta de pluralismo (basta ver el caso Navalny), así como los intereses geoestratégicos estadounidenses y europeos, hace pensar en una guerra larvada y permanente. Ya hasta las iglesias se han puesto de acuerdo en buscar encuentros, como lo que se espera ocurra entre el patriarca ortodoxo (jefe espiritual de Putin) y el Papa Francisco (jefe espiritual de Biden). Por lo pronto, en el tablero está descartada una tercera guerra mundial. ¿Acaso reviven los No Alineados para superar la bipolaridad existente? Amanecerá y veremos.

Por: Luis Bernardo Díaz
Presidente Casa de Solidaridad Boyacá con Cuba Iván Mora Godoy