Parte 3: la importancia de la igleisa 01/07/2025
Jesucristo es el fundamento de la Iglesia, y es a través de ella que esta verdad es difundida. ¿Cómo, pues, invocarán a aquel en el cual no han creído? ¿Y cómo creerán en aquel de quien no han oído? ¿Y cómo oirán sin haber quien les predique? ¿Y cómo predicarán si no fueren enviados? La Iglesia es el canal de bendición que Dios usa para la predicación de Su evangelio.

Por: Pastor John Romick
Iglesia Misión Colombia
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En el libro de los Hechos el apóstol Pablo exhorta a los líderes en Éfeso a cuidar de sí mismos y de la Iglesia del Señor, la cual él ganó con su propia sangre. La única institución que Él compró con su sangre es la Iglesia; no derramó su sangre por ningún gobierno o nación, ni por ninguna ONG o empresa multinacional, ni tampoco por la familia. A través de mi vida cristiana he oído decir que las familias fuertes hacen Iglesias fuertes, y no estoy en contra, pero personalmente creo que son las Iglesias fuertes las que hacen familias fuertes, porque una familia no puede ser fuerte sin la influencia de la Iglesia. Esa expresión da la impresión de que la familia es más importante que la Iglesia, y no es así.

En la primera y segunda parte de esta serie hemos visto como la Iglesia ha influenciado la sociedad en cuanto a los derechos de las mujeres, de los niños y de la familia. De cómo ha contribuido en los derechos humanos, en la ayuda humanitaria, la educación y la ciencia.

Hay un aspecto muy importante que trataremos en esta tercera parte y es el de las vidas cambias de billones de personas en los últimos dos mil años, a través de la Iglesia y de la predicación del Evangelio. Solo Jesucristo puede cambiar la vida de una persona. Por medio del evangelio, cuando la persona recibe a Cristo tiene un trasplante de corazón, uno nuevo, un nuevo espíritu. Solo Jesús puede lograr que una persona nazca de nuevo, y que a partir de ese instante su vida sea cambiada para siempre.

Jesús dijo: “de cierto, de cierto os digo: El que oye mi palabra, y cree al que me envió, tiene vida eterna; y no vendrá a condenación, sino que ha pasado de muerte a vida”. ¿Quién puede pasar a alguien de muerte a vida? solo Jesús, solo el Evangelio. Él no vino para sanar corazones ni para renovarlos, sino para hacer trasplante de corazones. Personas sin Cristo están muertos espiritualmente. Jesús le dijo a Nicodemo que era necesario nacer de nuevo y solo Él puede hacer este milagro.

Sabemos que hemos pasado de muerte a vida en que amamos a los hermanos. La primera señal de que alguien es salvo es que tiene amor en su corazón; el amor de Dios nos cambia. Él Señor no sana corazones viejos, el da corazones nuevos; nadie en este mundo hace esto; ni la psicología, ni el Bienestar Familiar, ni una ONG o grupos humanitarios pueden hacer lo que la Iglesia del Señor hace.

Al predicar la palabra de Dios, no palabra de hombres, vidas son transformadas: personas han desistido de cometer suicidio; otras han salido de la depresión y ahora tienen paz y alegría en el corazón; algunas atadas a vicios de todo tipo han sido libres de esta atadura; y unas más que estando bajo culpabilidad salieron de esto y entraron a Cristo donde no hay condenación; madres han sido persuadidas para no cometer aborto; matrimonios restaurados; personas solitarias y sin propósito en este mundo al nacer de nuevo sus vidas han tenido un giro y ahora encuentran un nuevo camino, una razón de ser y el plan de Dios para su vida. El Señor cambia vidas de personas que están en el satanismo y toda clase de prácticas ocultas, y que al recibir a Cristo salen de eso y entran al reino de la luz.

Hay un personaje en la Biblia, Zaqueo, que es un ejemplo de cómo su vida fue cambiada. Él era un hombre rico recaudador de impuestos que trabajaba para el gobierno romano. Era deshonesto y acostumbraba a cobrar más impuestos de lo que se suponía, y de esta manera, robando al pueblo, aumentó su riqueza personal.

Sabemos que hemos pasado de muerte a vida en que amamos a los hermanos. La primera señal de que alguien es salvo es que tiene amor en su corazón; el amor de Dios nos cambia.

Él Señor no sana corazones viejos, el da corazones nuevos; nadie en este mundo hace esto; ni la psicología, ni el Bienestar Familiar, ni una ONG o grupos humanitarios pueden hacer lo que la Iglesia del Señor hace.

Él escuchó que Jesús pasaba por Jericó, lugar donde vivía, y como deseaba conocerlo se subió a un árbol sicomoro porque era bajo de estatura. Jesús al pasar por el lugar miró hacia arriba y le dijo: “Zaqueo, date prisa, desciende, porque hoy es necesario que pose yo en tu casa.” Y él bajó alegre y le invitó a su casa.

Jesús le predicó, fue salvo, una nueva persona, nacido de nuevo, con un nuevo corazón y tuvo un cambio de vida; se convirtió en un hombre generoso que dio la mitad de sus bienes a los pobres y pagó cuatro veces más de regreso a los que había robado; no fue más un engañador ni estafador. Solo Jesús, solo el evangelio, solo la Iglesia puede cambiar en poco tiempo a un ladrón en un hombre generoso.